Danzas típicas de Bolivia
Bolivia muestra una
diversidad de danzas daremos a conocer algunas que se practica en su mayoría.
La mayor expresión del Folklore universal se en cuentra en Bolivia
, aunque para muchos ha sido catalogada como Música andina, incluyendo a las
bandas la representación de la música boliviana,
se convirte en una representación única que va muy ligada con la danza
"expresiva" que recoge un estilo de vida y un alto relieve cultural
expresando mucha sentimiento.
Dentro de este contexto la música boliviana se ha enriquecido,
gracias a artistas muy reconocidos a nivel mundial como Los Kjarkas, Savia
Andina, Llajtaymanta, Kalamarka, Jachá Mallku, Awatiñas y Rumillajta entre
otros que han llevado a la expresión del folklore boliviano a lo más alto. En las bandas las más reconocidas la Banda Poopó de Oruro,Proyección Murillo de La Paz, Cocanis de oruro, Chuquiago entre otros
a si tambien otras danzas cuentan con músicos en su misma fraternidad
como ser los afrobolivianos o las danzas autoctonas
Danzas típicas de
Bolivia
Bolivia muestra una
diversidad de danzas daremos a conocer algunas que se practica en su mayoría.
La Diablada
La Diablada es una de las danzas más vistosas y originales de Bolivia, estas
características han hecho que sea muy popular más allá de nuestras fronteras.
La
Diablada es el símbolo del Carnaval de Oruro, fiesta declarada en el 2001
Patrimonio Intangible de la Humanidad por la Organización para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Se originó en la colonia como una representación de la lucha entre el bien y el
mal, que es la lucha entre el Arcángel San Miguel, acompañado por las Siete
Virtudes, y Lucifer, respaldado por los Siete Pecados Capitales. Actualmente,
Lucifer y los Diablos son dirigidos por el Arcángel, triunfador del combate,
mientras las Ch'ina Supay bailan en hileras dinámicas y las figuras del Cóndor
y el Oso andino hacen gala de su destreza en la danza. Detrás de los Diablos se
esconden conceptos y personajes andinos, como el Tío de la mina, ser
sobrenatural y subterráneo, dueño de los metales que puede proporcionar grandes
riquezas o causar la muerte en los socavones. A su vez, el cerro de la mina
está asociado con la Virgen, en cuyo homenaje surgió la danza de la Diablada.
La Diablada refleja el sincretismo religioso a través de formas suntuosas,
coloridas y exuberantes que han ganado popularidad a lo largo del tiempo. Hoy
se la baila también en La Paz, El Alto, Potosí, Cochabamba, las provincias que
rodean a estas capitales departamentales, en el Sur del Perú, norte argentino y
chileno.
La riqueza del mestizaje está expresada también en las máscaras y vestuarios.
Para engalanar al Diablo, a quien se supone dador de riquezas materiales, los
sastres suelen adornar a mano el disfraz con habilidad excepcional, mientras
las bordadoras dibujan punto a punto con la aguja las figuras de la pañoleta
que cubrirá las espaldas del señor de las tinieblas.
Por su parte, los mascareros se empeñan en la hechura de cornamentas, sapos,
lagartos y víboras desproporcionadas, en movimiento y casi infernales, así como
los conciben los lugareños, herederos de la rica mitología imaginada por los
pueblos Uru-Chipaya y aymara. Según la tradición los reptiles fueron enviados
por el semidiós Huari para destruir al pueblo Uru.
El Arcángel es deslumbrante va de blanco y celeste, con casco al estilo romano,
tiene los ojos vidriosos, espada culebrina, escudo bruñido y alas pequeñas pero
significativas. La Virgen del Socavón es llevada siempre por un alférez. Y cuando la banda interpreta la Marcha del Diablo,
las tropas de Lucifer bailan y la tierra retumba como si fuera víctima del
infierno.
La
Morenada
La Morenada es una de las danzas más representativas de la cultura
occidental de Bolivia. Esta importancia sobresale por la difusión del baile y
la música en las fiestas patronales y cívicas de las ciudades de La Paz, El
Alto, Oruro, Sucre, Potosí, Cochabamba y sus alrededores. Su posible mestizaje
inicia siempre el debate entre quienes defienden el origen netamente aymara de
la danza y los estudiosos que encuentran pruebas coloniales y republicanas de
la notable influencia de la cultura africana en la Morenada. Lo incuestionable
es el estado de aislamiento a que ambas culturas fueron sometidas por la corona
española. Por ordenanza real ningún esclavo negro debía confraternizar con los
indígenas so pena de castigo público. Esa distancia opuso a ambas culturas que,
sin el uso de violencia, continuaron con sus respectivos procesos bajo el
dominio ibérico. En el siglo XIX continuaron por sus lados hasta que en algún
momento entre 1900 y la quinta década del siglo XX aparecieron unidas en la
Morenada. De ahí que el Moreno aparezca con máscara de rasgos negroides,
sombrero de metal, chascas o peluquín, botines y otras prendas ajenas al
aymara, explican los defensores de la influencia africana en la danza. Sus
críticos aseguran que la cultura aymara asumió algunos rasgos negroides para
ocultar su identidad en las grandes ciudades. Lo innegable es que ahora los
chóferes, médicos, ingenieros, comerciantes, carniceros, universitarios y otras
agrupaciones sociales con plata, ejecutan la danza con igual corazón al ritmo
de las matracas y las bandas y entonando canciones de amor, desdén o defensa de
la hoja de coca. Porque para bailar Morenada uno debe tener dinero, ser
"cocani" y estar dispuesto a cargar un traje de más de 500 dólares y
un peso que excede los 15 kilos. La vestimenta de las mujeres exhibe también la
riqueza de los Andes: manta de alpaca, polleras de finas telas, topos de oro,
pendientes con piedras costosas, zapatos importados, blusas de seda.
Taquirari
El Taquirari es el ritmo musical y el baile más característico de los departamentos
de Santa Cruz, Beni y Pando, que juntos conforman el oriente boliviano.
No se conoce con certeza su origen, pero existen testimonios de su presencia
temprana en el siglo XIX, cuando, por ejemplo, el guerrillero cruceño Cañoto
luchaba contra los españoles y tocaba en su guitarra melodías emparejadas con
el trote del caballo.
Puede relacionarse la aparición del Taquirari con el desarrollo de la cultura
criolla del oriente. Se cree que su nombre proviene de la palabra moxeña
takiríkire que significa flecha.
Para bailar Taquirari, la pareja debe estar frente a frente y con las manos
agarradas, Los saltos son marcados por un ritmo movido, un poco menos que el
carnavalito, y las variaciones a veces improvisadas por los músicos.
El Taquirari tiene una clara influencia de los bailes indígenas de la región,
caracterizados por su movimiento y alegría.
La vestimenta del camba está a tomo con el calor del trópico: camisa blanca,
pantalón hasta el tobillo, sombrero de sao y pañoleta al cuello. La mujer viste
el tradicional tipoy (vestido largo y sin mangas usado por las indígenas
orientales) y tiene adornada la cabeza con flores coloridas de la región.
Pese a sus variaciones rítmicas, el Taquirari también es considerada la canción
romántica del oriente, sobre todo, si se toma en cuenta sus letras casi siempre
dirigidas a enamorar a la mujer o al varón
Los Tobas
Es una representación figurativa de las tribus del Chaco boliviano. Desde antes
de la colonia la relación entre la cultura andina y la amazonía fue de dominación
y de resistencia. En sus incursiones, el ejército quechua tomó prisioneros
selvícolas, llamados ch'unch'us. La llegada de estos orientales al mundo
occidental inspiró en los aymaras la creación de una danza bautizada
precisamente ch'unch'u, que no es más que una manera de apropiación cultural.
Fundada la República, los aymaras migrados a las ciudades de La Paz y Oruro
reinventaron la danza y la designaron Tobas, nombre de una etnia del Chaco
boliviano.
La apropiación incluyó también la representación imaginaria de la cultura
Tacana, con máscaras de madera elegántemente ataviadas con plumas. El resto del
indumento es liviano: calzoncillos largos, camisa de seda, una espaldera o capa
pequeña y una falda de colores vivos hasta la rodilla, todo bordado con
sencillez y adornado con cuentas y espejuelos; de tal forma que los bailarines
tienen libertad de acción.La coreografía de la danza es notabe. Exige saltos y
agilidad excepcional y es una de las pocas danzas andinas que requiere tanto
movimiento.
Suri Sikuris
La danza de los Suri Sikuris es originaria de las comunidades andinas de
Bolivia. En el departamento de La Paz se la interpretaba en las provincias
Camacho, Ingavi y Pacajes en ocasión de una boda o la construcción de una casa.
Sus raíces se adentran en el tiempo; pero puede asegurarse que es una
reminiscencia de la cacería del avestruz o ñandú andino: acorralado con el
sonido de los sikus (aerófono andino parecido a la flauta de pan europea) y
derribado con la ayuda de los liwi liwis, boleadoras.
A la reminiscencia se suma su origen totémico. El movimiento del avestruz es
representado en la danza; por su estética, también reproduce la imagen del
animal, pues los danzarines llevan tocados, que a veces exceden los dos metros
de diámetro, hechos de plumas de ñandú. Cada uno sopla un siku y golpea un
tambor lamdo wanqara. Producto de la migración aymara a los centros urbanos, la
danza es además interpretada por grupos de estudiantes, en fiestas patronales
de pueblo y en entradas tradicionales como Gran Poder y otras.
Caporales
Danza boliviana, juvenil y alegre, los Caporales tienen una historia reciente,
polémica, plena de cambios, adopciones e innovaciones. Una entrada de la fiesta
de Jesús del Gran Poder fue el escenario de la primera presentación pública de
la danza de los caporales. Por ese entonces, el vestuario del Caporal era una
combinación que tenía guaracheras cubanas, pantalón abombachado al estilo del
gaucho argentino, botas con cascabeles, sombrero de paja y, en las manos, un
chicote y una máscara de negro. En posteriores años, el traje fue modificado
hasta llegar a un uniforme que consolidó su uso en todas las fraternidades de
la danza. La música también sufrió modificaciones. Al principio los Caporales
bailaban una Tuntuna, música andina originada en la danza afroyungueña
Tundiqui. La variación de estos ritmos llegó a componer un huayño con ritmo de
Saya, otra composición afroyungueña. Sobre los caporales existen varios
estudios especializados. Lo evidente es que la danza aproximó a la ciudad
aymaro-mestiza con el otro lado: la ciudad de la pequeña e incipiente
burguesía. Las contradicciones no dejan de estar presentes. De origen netamente
aymaro-mestizo-urbano, los Caporales pasaron de Chivín (zona del Gran Poder) a
asentarse en los barrios de clase media y las residenciales de la zona sur.
Nada niega su importancia en el proceso de reconocimiento histórico y cultural
ocurrido en la década de 1970 y que fortaleció la identidad de la urbanidad
occidental del país. Otras investigaciones identifican un simbolismo erótico y
una superposición de géneros y poder. Bolivia atravesó entre los años sesenta y
setenta un período de gobiernos de facto que negaron libertad política al
pueblo; el Caporal en tiempos de la colonia era quien decidía la suerte de los
negros de la barraca, igual papel le cupo jugar al militar boliviano durante
las dictaduras; la agilidad de los varones, sus saltos acrobáticos, sus patadas
al aire, sus gritos, podrían ser parte de un lenguaje machista. Mientras la
mujer de los Caporales estaría descubriendo su cuerpo a la vista de una ciudad
arropada no sólo por el frío andino, sino también por preconceptos. En
definitiva, los Caporales es una expresión de la urbanidad occidental moderna
de Bolivia .
El Tinku
El Tinku (encuentro) es un ritual de origen prehispánico que sobrevivió la
colonia y mantuvo su fuerza durante el período republicano a la fecha, con
algunas variaciones que no afectaron su carácter multiétnico, combativo y
reivindicativo.
Pero el Tinku es anterior a la conquista quechua de los señoríos aymaras. Según
los cronistas españoles, en las comarcas de Charka y Chayantaka en Bolivia se
realizaban peleas rituales en las que dos grupos intercambiaban golpes de puño
o qurawas (hondas). Los Ayllus del norte de Potosí se organizaban también en
espacios religiosos, y por tanto sagrados. Actualmente los
"Encuentros" se realizan en las "Markas" o centros urbanos
dotados de iglesia colonial, cabildo, casa de hospedaje y escuela. Estos
centros urbanos, llamados pueblos de indios en tiempos de la colonia, fueron
organizados a la manera de las poblaciones españoles durante la segunda mitad
del siglo XVI por orden del Virrey Francisco de Toledo.Pueblos como Macha,
Aymaya, Pocoata, Chayanta y Torotoro son ahora centros culturales, donde los
campesinos acuden a cumplir el ritual del Tinku en fecha coincidente con la
fiesta católica del Señor de la Cruz, mayo. De manera más amplia, las
comunidades altiplánicas del norte de Potosí y sur de Oruro, Laymis y
Jukumaris, Chullpas y Kakachacas, continúan la ancestral costumbre de la guerra
entre los Ayllus.
Kullawas
La Kullawa es una danza prehispánica, adaptada durante la colonia y readaptada
en años recientes, sin que por esos procesos haya perdido su relación directa
con los tejedores aymaras y quechuas. Prueba de lo anterior es la rueca (kapu
en aymara, pushka en quechua) de madera que portan en una mano los bailarines.
Otra evidencia es el "uso" gigante que el Waphuri maneja para dirigir
la comparsa. El Waphuri es el único bailarín enmascarado; los rasgos de su
máscara revelan el mestizaje del baile: nariz excesivamente larga, chapas, ojos
grandes. En realidad son dos rostros, laterales, en uno. En el mundo andino
prehispánico y republicano, en la actividad textil participan varones y mujeres.
Su importancia no sólo es económica sino también iconográfica y antrpológica,
pues en los tejidos hay una compleja simbología, en la que se estilizan
elementos naturales y abstractos.
Los varones llevan un disfraz que incluye: un pantalón corto, camisa de color,
un ponchillo azul y rojo con flecos dorados y sobre la espalda bolsas bordadas
con monedas de plata; cruzan su cuerpo con una soga; y como complemento
perfecto, llevan en la cabeza un sombrero de copa redonda ricamente adornado. A
la vez del sombrero, las mujeres visten polleras, denominadas urkhu, una
mantilla de colores vistosos, y una prensa similar a la blusa.
Llamerada
La Llamerada es la representación de la actividad económica que fue más
importante de los pueblos originarios de los Andes: la cría de la llama. Pero no se
limita a ello, pues además rememora la gigantesca tarea de domesticación de los
camélidos sudamericanos (guanacos, alpacas y vicuñas), realizada hace más de
cinco mil años y que desembocó en el desarrollo genético de la llama, animal de
mayor tamaño, de excelente lana y de mejor condición para la carga.
Los bailarines llevan en la cabeza un tocado de cuatro puntas parecido al que
los pobladores originarios de las riberas del lago Titicaca ostentaban en la
cabeza antes y durante buena parte de la colonia. Sus pasos recuerdan el
tránsito rítmico de las caravanas de llamas.
Otra característica de los danzarines son la montera y el ponchillo. Una
máscara de estuco, de labios fruncidos en un inextinguible silbido, perpetúa el
mestizaje de las tierras altiplánicas. La tradición no uniformaba las polleras,
pero el folklore urbano impuso caprichosamente a las mujeres el guindo o el
funcsia intenso. Las bolsas de los llameros están forradas con monedas antiguas
y sus atados están adornados con cucharas, platos y vasos de plata antigua.
Las filas de bailarines se mueven al compás de la honda y de la campanilla de
un guía ataviado igual que los otros danzarines.
Los Macheteros
Los Macheteros, es quizá la danza beniana más conocida dentro y fuera del país.
Su origen es colonial. Y representa la resurrección de Jesucritos y su
ascención a los cielos, pero desde una interpretación estrictamente nativa.
Cada bailarín lleva en la mano derecha un machete de madera (tumoré ti
yucuqui), una camisa larga y blanca, sin mangas ni cuello, y con franjas
coloridas a los costados. Portan en la cabeza un tocado -denominado en lengua
nativa progi-, hecho de plumas de parabas (ave amazónica), artísticamente
ordenado de acuerdo con la intensidad de los colores.
Sujeta del armazón que sostiene el tocado de plumas, se extiende sobre la
espalda del danzarín un cuero de piel de tigre, que llega hasta los talones
cubiertos con semillas de paichachíes, que hacen las veces de cascabeles.
Los danzarines descalzos se mueven ceremoniosamente sin soltar los machetes ni
deponer su actitud de guerreros a punto de entrar en combate. Agachan la cabeza
y la elevan, en señal de ascención y muerte; pero en ningún momento quiebran el
ritmo de la música fabricada con tamborcillos e instrumentos de viento. Todo es
tan ceremonial como el atardecer y el amanecer en los llanos de Moxos.
Cadencia tradicion orgullo del vestuario con jeans de moda corte colombiano levanta pompis que al ritmo de su baile mueven y provocan emocion y respeto.
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